Rocco Schiavone, un detective crepuscular e incorrecto
Rocco Schiavone es parte del panteón de policías con una personalidad distinta que hacen a nuestra pantalla. Por supuesto, por un lado, tenemos al enorme Montalbano, la eterna sombra contra la que todos nuestros bienhechores deben medirse.
Rocco no tiene nada que temer a la hora de las comparaciones. De hecho, posee un origen similar: Schiavone nació en las novelas literarias de Antonio Manzini. Es un subcomisario romano que, castigado, ha sido trasladado a pleno corazón de los Alpes, al nevado y frío valle de Aosta: “Llevo pocos meses aquí. Vengo de Roma y digamos que entre las montañas y yo hay una distancia como… como la que hay entre Roma y las montañas.” explica el personaje dejando entrever su malhumor.
Schiavone es un polícia digno del cine negro: es un ser atormentado por una pérdida, la de su adorada y fallecida esposa Marina. El personaje interpretado por Marco Giallini va mostrando capa tras capa de su personalidad: vive siempre en pena, y la motoriza también sus reacciones extremas (golpizas a culpables de crímenes de lesa humanidad, poco respeto por sus superiores, insultos por doquier) que bordean la ilegalidad o la sobrepasa.
Desde que lo conocemos, no solo el duelo lo acompaña: Schiavone siempre tiene vínculos con varias mujeres, sean prostitutas o sean damas de la burguesía. Podríamos hasta decir, ejem, que es un mujeriego. Hasta lo hemos visto en las temporadas pasadas siendo traicionado por Caterina, la persona a quién se animó a mostrarle su amor.
Rocco tiene métodos y formas de antihéroe: siempre fuma en las mañanas, todo el tiempo utiliza los zapatos equivocados (tendría que llevar botas para nieve pero insiste en sus mocasines Clarks) vive de permanente mal humor, es particularmente huraño, pendenciero, con vínculos cuestionables a la hora de la legalidad y, bandera roja, le cuesta expresar cualquier sentimiento que no sea enojo.
“En principio Rocco iba a ser mucho peor”, decía Antonio Manzini en una entrevista con el diario español El País, y contaba además: “Iba a ser un hijo de mala madre, un asesino, un policía terrible. Pero mi mujer me amenazó con el divorcio. Y, como tenía razón ella, fui edulcorando al personaje, hasta que nació el Rocco Schiavone que todos conocen”.
Pero aún así, sabemos que tiene un corazón noble: ama al perrito Lupa, protege a su vecino y cuando debe hacerlo, se pone en el lugar de aquel que necesita su ayuda.
Rocco Schiavonne, hijo de esa Italia que perdió la sonrisa, pero que recuerda tiempos mejores y lucha por ellos. En síntesis: un detective hecho a la medida de Europa Europa.
